robert-houdin
28 junio, 2019

Si existe alguna historia impresionante con respecto a los grandes ilusionistas y prestidigitadores del pasado, esa es la del francés Jean Eugène Robert-Houdin, un relojero con una gran pasión por la construcción de autómatas y mecanismos que se adentró en el mundo de la magia por mera casualidad. Algo que sin duda cambió el destino de esta profesión, que para aquel entonces no poseía una gran reputación.

Y es que, en ese momento la magia era una disciplina oscura en la que muchos de sus representantes aseguraban tener auténticas capacidades sobrenaturales, pero realmente estos parecían hechiceros de aldea que con vestidos muy vistosos lograban engañar a las personas para robar su dinero. Esto fue algo que Robert-Houdin quiso cambiar, y lo logró, por lo que actualmente podemos disfrutar de espectáculos de magia muy bien elaborados y elegantes. Por esto y muchas cosas más su historia inspiró a muchos otros ilusionistas que comenzaron a usar traje y chistera en sus presentaciones, algo por lo que se le conoce como el padre de la magia moderna.

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Primeros años de Jean Eugéne

El nacimiento de este prestidigitador fue en el año 1805 en la ciudad francesa de Blois, una linda ciudad por la cual había pasado la tan recordada Juana de Arco. Durante sus primeros años estuvo allí, quedando huérfano de madre desde pequeño. Más adelante sería su padre quien lo enviara a estudiar a la ciudad vecina de Orleans, para luego volver a su hogar y comenzar a trabajar en la relojería dirigida por su padre. Aunque éste prefería que hiciera una carrera de notario, luego no le quedó más que rendirse ante el talento que Jean Eugène tenía. Posteriormente se casó con Cecile Houdin, hija de un relojero parisino muy famoso, por lo que decidió usar el apellido compuesto Robert-Houdin.

Un libro despierta su interés en el ilusionismo

Inspirado en su trabajo Jean Eugène decidió adquirir por correo dos grandes volúmenes de horología para continuar con mucho entusiasmo el aprendizaje sobre su gran pasión. Pero por error llegó a su casa una obra titulada ‘Enciclopedia de divertimentos científicos’. Fue increíble como aquella equivocación llegó a cambiarle la vida, ya que no la devolvió, sino que la leyó dándose cuenta de que explicaban de una manera honesta los trucos de magia de la época, desenmascarando a los timadores que existían en esos años. Fue así como este relojero quedó fascinado por el mundo de la magia algo que quiso combinar con su pasión por los mecanismos.

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Trucos de magia y espectáculos elegantes

Robert-Houdin practicó y estudió con varios representantes de este arte, pero también añadió su toque personal con sus propios conocimientos mecánicos, algo que le permitió desarrollar trucos de magia que maravillaban a muchas personas. Sus creaciones enriquecieron mucho a la magia moderna, y se dice que fue el primer mago que usó la electricidad en sus trucos. Una de sus creaciones más famosas fue el árbol de naranjas, un autómata homenajeado en el libro de Steven Millhauser denominado ‘Eisenheim el ilusionista’. La suspensión etérea y el cajón ligero y pesado, fueron también otros de sus trucos más reconocidos.

Soirées Fantastiques: el teatro que él mismo inauguró

En el año 1845 Robert-Houdin logró comprar un pequeño teatro en la ciudad de París, todo esto con ayuda de un amigo. En este recinto logró llevar a cabo uno de sus sueños, poder aplicar todas sus novedosas ideas en el mundo del espectáculo. De esta forma denominó a su teatro Soirées Fantastiques, y empezó a presentar su show ante un público que llenaba las doscientas butacas con las que este contaba.

La anécdota que evitó la guerra en Argelia

Pero una de las anécdotas más curiosas de este prestidigitador sucedió cuando Napoleón III llegó al poder, surgiendo una insólita misión que Robert-Houdin debía realizar en Argelia. Según lo cuenta en sus memorias, fue llamado por el emperador debido al temor que éste tenía de una posible insurrección por parte de un grupo de musulmanes guiados por los mulá, quienes se atribuían poderes sobrehumanos. De esta forma, Robert-Houdin se trasladó a Argelia para retar públicamente a estos temidos revolucionarios, y con dos de sus más emblemáticos trucos de magia logró hundir la imagen de los mulá acabando con la insurrección y evitando así el derramamiento de sangre.